1.8.07

Salzillo, testigo de un siglo


He tenido el honor de ser EL ÚLTIMO visitante de la exposición "Salzillo, testigo de un siglo" que se ha celebrado entre marzo y julio en Murcia, a caballo entre el Museo Salzillo, la privativa Iglesia de Nuestro Padre Jesús y la de San Andrés. Compendio de la obra escultórica del genial e inmortal imaginero murciano así como de los trabajos de otros autores de su escuela, como Roque Lopez o Nicolás de Bussy. Acompañado por Eva y Chiara, ha resultado curioso ver como dos italianas disfrutaban con alguien que es hijo artísticamente de una tradición que nace precisamente en el país transalpino.

Consituía la exposición un recorrido no sólo artístico sino histórico, humano y costumbrista por la Italia, la España y la Murcia del s. XVIII. Estructurada en los tres espacios físicos que la contenían, la exhibición nos introducía en primer lugar en el Museo Salzillo en la circunstancia física y temporal, la sucesión del rey Carlos II el Hechizado, la llegada al trono español de los Borbones con Felipe V así como las obras arquitectónicas que configuraban la Murcia de la época de Salzillo.

Ya en la privativa Iglesia de Jesús, sede de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de la que me honro en ser miembro desde la tierna edad de un año y de ser la tercera generación de Antonio Rentero que sirve como Mayordomo Celador del paso de la Santa Mujer Verónica, el entorno no por querido y familiar (no en vano me casé en dicho templo) menos espectacular y original, por su insólita planta circular rodeada de capillas, contiene en las mismas lo que probablemente dé gran parte de su valor a la figura de Salzillo: los pasos.

Cada Viernes Santo la Cofradía de Jesús saca a la calle un museo... si el tiempo no lo impide o al menos lo dificulta, como ha sido el caso este año, en que la lluvia hizo acto de presencia a mitad del recorrido. El resto del año la iglesia constituye un lugar único, sobrecogedor, casi mágico, donde vivir algunos de los momentos más significativos de la Pasión de Cristo y al tiempo asombrarse con la maestría en la talla en madera y la policromía de las figuras salidas de las manos de Francisco Salzillo, así como de los exquisitos bordados de las túnicas del titular de la Cofradía (por cierto, de autor anónimo) o la Dolorosa.

Una vez que hemos recorrido y comprendido el mundo y la época donde vivió el escultor, la obra adquiere ante nosotros una dimensión nueva y nos permite comprender, por ejemplo, sus célebres anacronismos, porque un soldado romano viste una armadura del s. XVIII, así como la inspiración que le hace tallar en sus figuras caras como las que cualquier murciano de hace 200 años podía cruzarse por las recién nacidas plazas de Camachos o del Cardenal Belluga, por los mercados o las huertas que rodeaban la ciudad.

Mirar una escultura de Salzillo es viajar en el tiempo y conocer a los convecinos de los abuelos de nuestros abuelos. Los pasos son el encargo que la Cofradía le hizo a Salzillo para permitir ampliar la penitencia y el sacrificio que en la mañana de Viernes Santo los nazarenos "moraos" sacamos a la calle, y con ocasión de esta exposición un paso tan espectacular como La Cena ha salido de su habitual capilla para situarse en el centro de la iglesia, pudiendo ser contemplada a una altura más cómoda y permitiendo circular alrededor contemplando con detenimiento todos los detalles de rostros, manos, cuerpos...

Continuando en la iglesia de San Andrés podemos contemplar obras de Salzillo que están repartidas por decenas de iglesias de toda la Región de Murcia e incluso fuera de la misma, algunas de ellas teniendo su lugar en un trono que también sale en procesión por las calles de Murcia, como es el caso de la Virgen de las Angustias, conmovedora y dolorosa imágen de una Virgen María con Jesús en brazos y un puñal clavado en su corazón, explícito símbolo de un dolor inimaginable.

Termina "Salzillo, testigo de un siglo" con una selección del famosísimo Belén, encargo del Marqués de Riquelme que, inspirado el autor por los tradicionales "presepi" napolitanos, da lugar a un tipo nuevo de representaciónes del Nacimiento, con figuras hechas en barro cocido sobre el que de nuevo el trabajo de policromía resulta de un detalle y perfección asombrosos, recreando las diversas escenas que rodean la venida del Mesías (anunciación, nacimiento, huída a Egipto...), algunas de ellas impactantes por la crueldad plasmada en las figuras (la matanza de los Santos Inocentes), otras llamativas por la minuciosidad en la recreación, como la interminable cantidad de animales diversos que acompañan escenas como las de los pastores.

Al mismo tiempo, y continuando con los anacronismos habituales en Salzillo, templos y edificios salen del marco temporal de la Judea de hace 2.000 años para transfigurarse en el mismísimo palacio de los Riquelme o en otros edificios de inspiración claramente barroca.

Como ejemplificación más indiscutible de lo apuntado anteriormente en torno al costrumbrismo en Salzillo, observar con detenimiento los rostros de las innumerables figuras del Belén es recorrer los tipos y la fisonomía de la época del autor y reconocer incluso rasgos que hoy día aún podríamos encontrar paseando por algunas callejas de los barrios de Murcia o por los carriles de la Huerta de Murcia.

La exposición acaba y el éxito de público habla de su acierto, con una media de 4.000 visitantes diarios. He tenido el placer de poder saludar esta misma tarde a quienes han sido artífices de la misma, como el propio Comisario de la ehibición, Cristóbal Belda, buen amigo y compañero Mayordomo en las mañanas de Viernes Santo acompañando a la Verónica desde que soy un niño, o Manuel Pérez Sánchez y Enrique Máximo, amigos y expertos entre otras cosas en orfebrería y música, elementos que no podrían ser ajenos a esta muestra que recorre toda una época. Ellos, como otros muchos, han trabajado y se han esforzado para que "Salzillo, testigo de un siglo" haya logrado el éxito que se merecía la figura del imaginero y sobre todo para que los asistentes hayamos podido disfrutar y enriquecernos con un auténtico deleite para los sentidos y el intelecto. A todos ellos GRACIAS y mucho ánimo, que ya sé que los proyectos para futuros eventos están en marcha. Seguro que tienen tanto éxito como se merece vuestro esfuerzo.

Aquí hay más información.

2 comentarios:

Imperator dijo...

Una sentida y sincera felicitación a los organizadores de la exposición Salzillo, testigo de un siglo, por su buen hacer y murciania patente.

En cuanto al articulo, rezumante de nazarenía y murcianismo, como debe ser, también una felicitación, pues los que sentimos y nos enorgullecemos de Salzillo, su obra, y la que considero mejor depositaria de su esencia, nuestra querida Cofradia,nos da gusto ver, que hay muchas maneras de hacer Viernes Santo durante todo el año: vistiendo la túnica, desde luego, pero también organizando o difundiendo estas exposiciones y escribiendo articulos de este tipo, que al margen de los calores propios, siempre son agradables de leer.

Saludos Calurososs

Antonio Rentero dijo...

Gracias a ti tb, querido Imperator.

Y efectivamente, el nazareno de Jesús de verdad es el que lo demuestra cualquier día que no sea Viernes Santo y sin necesidad ni de vestirse de morao ni de repartir caramelos.

Saludos fresquitos... que me quedo todo agosto en el despacho y aqui tengo aire acondicionado ;-) en septiembre me iré a pasar calor a Italia y entonces ya hablaremos :-D